miércoles, 23 de febrero de 2011

Yo elegí quererte y todas las consecuencias que eso conllevaba. Elegí que tu fueses la persona que llenase mis días de sonrisas. Elegí que tu olor era el que mejor le venía a mis sábanas. Elegí que me comieras a besos. También tu voz al otro lado del teléfono. Elegí llorar por ti de vez en cuando. Elegí creerme tus verdades y creerme a medias tus mentiras. Elegí que no quería otros abrazos, que no quería otras manos agarradas a las mías, que no quería ver por la mañana otra cara que no fuese la tuya. Elegí nuestro mes del año y nuestro día del mes. Elegí que tú fueras mi locura y mi cordura. Elegí llenar el silencio de la noche de nuestra risa. Elegí las idas y venidas, las despedidas. Elegí la impotencia, la incertidumbre y tu impredecibilidad. Elegí el miedo a fallar y los impulsos. Elegí las miradas, temblar, hacerme adicta a sus palabras, al corte de tu voz. Elegí conservar intacto cada momento, y dejar huella de lo que algún día fue. Elegí que mi mayor hobbie era verte . Elegí no callarme nada. Elegí darte todo, hablar de nosotros cuando hablaba de ti, ser fuerte sin la ayuda de ningún tipo de coraza y luchar por un solo motivo, TÚ. Elegí darte todas mis oportunidades, quedarme con tus manías, tus defectos y tus carencias. Elegí perdernos por cualquir rincon, y tu respiración en mi oreja derecha. Elegí hacerlo lento, y la pasión a gran escala. Elegí estremecerme sola y únicamente con tus caricias. Elegí no ponernos límite. Elegí el sabor agridulce de las discursiones que acababan en abrazo, derrumbarme cuando ya no aguantaba más, encontrarte en lugares donde nunca estarías. Elegí seguir queriéndote aún cuando ya no estabas. Elegí arriesgar y jugármela por ti. Me di cuenta demasiado tarde de que me equivoqué con todo y, aún así, no me arrepiento de nada

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